En la mansión de Saori Kido…
-Como sabemos el avión donde viajaba Seiya desapareció alrededor de estas coordenadas– dijo Saori mientras trazaba un circulo en un mapa del océano pacifico– deberíamos ser capaces de hallarlo si comenzamos la búsqueda…
Todos los caballeros prestaban atención a Saori a excepción de Hyoga, quien sostenía en sus manos una pequeña foto de su madre congelada y hablaba con ella en susurros.
-Madre, si Seiya murió al fin, por fin podré ser el protagonista, no más “Seiya y otros caballeros”…
-Eso es todo –concluyó Saori– Tatsumi los espera en el helicóptero para dar inicio a la búsqueda de Seiya, confió en ustedes mis caballeros.
-Saint Hyoga, vas a hacer historia –pensó Hyoga– jajajajajajajajajaja
-Ikki, ¿Por qué Hyoga está riendo como un maniático? –preguntó Shun a su hermano disimuladamente.
-No lo mires Shun –respondió Ikki en voz baja– pasar tanto tiempo abrazando el hielo en el ártico seguro ya le ha atrofiado el cerebro.
Mientras tanto en la misteriosisisima isla…
-¡Atenaaaaa! –Seiya atisbó al interior del árbol podrido a través del orificio que sobresalía en su corteza, acto seguido volvió a gritar para asegurarse que Atena realmente no se ocultase dentro de ese tronco hueco. ¡Atenaaaaaaaaa!
Tatsumi… ejem, Jack, se preguntó como Seiya podía pensar que “Atena” podía estar oculta en semejante lugar. La contusión que había sufrido durante la caída del avión debía de ser mayor de lo que había pensado en un principio. A pesar de que Jack no alcanzaba a percibir ningún golpe visible en la cabeza del joven, el daño resultaba evidente. Seiya parecía haber perdido todo rastro de sentido común. Incluso había insistido en llevar consigo una enorme caja metálica, la cual de acuerdo al joven, contenía su “armadura”. Quizá Jack debería regresar a los restos del avión y tratar a Seiya antes de continuar la búsqueda de “Atena”. El doctor incluso se preguntaba si ésta no sería una creación de la confundida mente del autoproclamado “Caballero de Pegaso”.
-Seiya –se decidió a decir al fin– ¿No crees que sería mejor regresar? Pronto oscurecerá.
-Ya te he dicho que nuestra prioridad es encontrar a Atena, Tatsumi –replicó el joven– si surge algún problema, yo me encargaré de todo usando mi armadura de Pegaso y mi cosmos, ya veras que…
-Ya te he dicho que nuestra prioridad es encontrar a Atena, Tatsumi –replicó el joven– si surge algún problema, yo me encargaré de todo usando mi armadura de Pegaso y mi cosmos, ya veras que…
Un sonido terrible rasgó entonces el aire. Un rugido profundo y poderoso que se extendió por el bosque como un presagio de muerte. Sin embargo, lejos de asustarse, Seiya echó a correr en dirección al ominoso sonido.
-¡Vamos Tatsumi!– dijo mientras se alejaba de Jack- ¡Atena puede estar en peligro!
En un abrir y cerrar de ojos, Seiya se había perdido de vista entre los árboles. El rugido aumentaba y Jack tuvo la sensación de que se trataba de algo enorme. Suspirando como quien no tiene más remedio, el doctor salió en persecución del joven “caballero”.
En otro lugar…
-Las ruedas del destino han comenzado a moverse –dijo la princesa Hinoto– La batalla por el futuro de la humanidad se acerca al fin.
La princesa se dirigía a un hombre que permanecía en la parte más oscura de la cámara de adivinación. Su rostro era indistinguible. Sin embargo, una katana podía distinguirse colgando de su espalda.
-¿Estás seguro que deseas participar en lo que se avecina? –preguntó Hinoto– sabes muy bien que todo terminará con la victoria de los ángeles.
-Salva al doctor, salva al mundo –replicó simplemente el individuo. Instantes después y sin decir otra palabra, desapareció de súbito como si no hubiera sido más que un sueño de la princesa. Ésta quedó sola en la penumbra, mirando el espacio vacío dejado por el hombre con una expresión de tristeza.
De vuelta en la misteriosisisima isla…
Los árboles se sucedían interminables mientras Jack corría apresuradamente tras Seiya. A pesar de que las ramas bajas rasgaban sus brazos y cara, Jack no sentía ningún dolor, gracias a su alto nivel de tolerancia, nacido de haber tenido que soportar tanto tiempo, el vivir junto a su hermano, Bailey Ikari. Mientras continuaba su carrera, el doctor notó que el número de árboles disminuía y la luz aumentaba gradualmente. Antes de darse cuenta se encontró en los lindes de lo que parecía ser una enorme planicie. Lo que vio allí lo hizo detenerse abruptamente. A unos cien metros de distancia frente a él, Jack vio a Seiya, quien corría como un poseso, gritando algo sobre un 20avo sentido. Para su sorpresa, el joven parecía estar usando una armadura blanca y no se veían rastros de la caja que antes llevara en su espalda. Sin embargo, esto no era lo que había parado en seco al doctor: Seiya corría en dirección a un enorme y espantoso ser verde. Al ser el presidente del club de fans de Optimus Prime, Jack no tenía otro remedio que intentar rescatar al perturbado joven. No obstante, cuando se disponía a seguir nuevamente a Seiya, una voz femenina surgió de improviso a sus espaldas.
-Tu amigo está condenado –dijo la voz– Yoshiel el vengador es un ángel implacable...
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