¡Clama tú, dulce niña, salva los corazones
Hundidos en el intelecto que se engaña!
¡Ah, que feliz sería el que en su corazón los goces
Tenga, y reviva en su alma la fe de la infancia!
Hundidos en el intelecto que se engaña!
¡Ah, que feliz sería el que en su corazón los goces
Tenga, y reviva en su alma la fe de la infancia!
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